PROGRAMA UNIVERSIDAD Y DICTADURA


CATEDRA LIBRE DE DERECHOS HUMANOS
FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS – UBA

Proyecto de investigación
UNIVERSIDAD Y DICTADURA, UNA EXPERIENCIA DE RECONSTRUCCION COLECTIVA DE LA MEMORIA HISTORICA EN LA FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS

Esta es una propuesta de trabajo que apunta a participar en la reconstrucción de la memoria colectiva a partir de las historias de vida de los compañeros victimizados por el accionar del Estado terrorista y que transitaron por la Facultad durante el período que abarca desde 1966 a 1984, a partir de la documentación institucional generada por la misma y de la memoria de aquellos que participaron en ese proceso histórico: docentes, compañeros de militancia y de cursada, y, por supuesto de los familiares de cada uno de ellos.
El relevamiento de sus legajos, las entrevistas con amigos, compañeros, docentes y familiares, así como la consulta bibliográfica de la documentación institucional y el cruce de información con diferentes organismos de derechos humanos, es el camino que estamos transitando en pos de recobrar la historia de nuestra Facultad.
Un abordaje que nos permite a la vez el restablecimiento de una dinámica general en donde no sólo estén presentes acciones individuales sino fundamentalmente las relaciones colectivas.
Nuestra apuesta es reconstruir las redes en las que se apoyó la lucha y resistencia que llevaron adelante nuestros compañeros. Recuperar esas redes de solidaridad, los espacios de militancia, así como los debates teóricos y políticos y las producciones que ellos potenciaron en los años 60 y 70, cuando la Facultad de Filosofía y Letras estaba conformada por las carreras de Antropología, Artes, Bibliotecología, Filosofía, Geografía, Historia, Ciencias de la Educación, Sociología y Psicología.
Estamos convencidos de que para reconstruir nuestra historia tenemos que trabajar en conjunto. Por eso si tenés información, datos, anécdotas, documentos, fotografías, etc., del período desde 1966 hasta 1984, comunicate con nosotros: memoriafilo@gmail.com

Andrea, Graciela, Marcela y Samanta.



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 Resolución (CS) Nº 6933/13 por la cual se acredita y financia el proyecto “LAS IMPLICANCIAS DEL TERRORISMO DE ESTADO EN LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, UN ABORDAJE DESDE LA FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS” dirigido por el Dr. Marcelo FERREIRA
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Revista Espacios N° 47

Universidad y dictadura, una experiencia 
de reconstrucción colectiva de la memoria 
histórica en la Facultad de Filosofía y Letras
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Gracias al trabajo de cuatro mujeres

Filosofía reconstruyó la historia de sus estudiantes desaparecidos 

Publicado el 24 de Julio de 2011



Por Gimena Fuertes

Más de 400 militantes fueron secuestrados cuando cursaban en la Facultad de Filosofía y Letras. Tras un arduo trabajo de investigación, sus familiares pudieron reunirse con las fichas académicas y rearmar sus historias.
Luis se había cambiado de carrera. María tuvo un bochazo en la facultad. Adriana había dejado de estudiar después de tener a su primera hija, y luego pudo retomar. María Eugenia hablaba siempre en chiste.
Las historias de vida de más de 400 estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que la dictadura quiso borrar vuelven a aparecer en legajos académicos, fotos, libretas de notas, certificados de vacunación, recibos de sueldo y exámenes libres escritos con nervios y apuro.
Cuatro mujeres de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de esa facultad se dedicaron a buscar y encontrar los legajos de los estudiantes, docentes y no docentes desaparecidos de esa facultad, para luego digitalizarlos y entregarles una copia a sus familiares.
Antes del golpe militar la Facultad de Filosofía y Letras contenía también a las carreras de Sociología y Psicología. La represión ilegal fragmentó las carreras, y los legajos de los alumnos, docentes y no docentes de ese entonces quedaron compartimentados en distintas oficinas. Hasta que, recién en 2006, las integrantes de Cátedra Libre de Derechos Humanos Samanta Casareto, Marcela Cabrera y Andrea Pico, bajo la coordinación de Graciela Daleo, comenzaron a desempolvarlos y sistematizarlos.
En mayo de este año los familiares y amigos de los estudiantes, docentes y no docentes recibieron de las manos de estas investigadoras la copia digitalizada de la documentación en el aula mayor de la facultad, donde quedó instalado un mural con las fotos de todos.
“La cátedra que tiene como primer objetivo consolidar una nómina de los desaparecidos de  la Facultad de Filosofía y Letras. Conseguimos una nota que nos autorizaba a acceder a los legajos. Fue todo ad honorem, a contra turno de nuestros trabajos”, relata Samanta Casareto.
Marcela Cabrera cuenta que “fue y es un largo trabajo de investigación”. “Después de la mudanza de la facultad nunca se volvieron a acomodar algunos archivos. Tuvimos que ir revisando paquetes que todavía estaban cerrados desde el golpe”, sostiene. Las investigadoras también se sirvieron de los archivos de la CONADEP, y el padrón de un censo trunco que la dictadura quiso hacer en el año 1977 sirvieron de cotejo para contrastar con el listado de todos los alumnos inscriptos alguna vez en esa facultad.
Syra de Franconetti era la mamá de Adriana Franconetti, estudiante de Antropología, que fue secuestrada junto a su esposo a los 27 años. Ambos militaban en Montoneros en la zona norte del Conurbano. Habían empezado con un trabajo de alfabetización en La Cava. Tenían dos hijas, una de un año y otra de dos y medio. Ambos fueron vistos por última vez en la ESMA.
Recién este año, Syra se reencontró con la documentación académica de su hija. “Me sacudió muchísimo, ya estoy vieja pierdo la resistencia, lo sentí como un acercamiento a mi hija. Ella era una chica muy estudiosa, muy inteligente, respetaba mucho el poder aprender. Veo la copia de la foto de la libreta universitaria y pienso que está muy rara. Ella siempre usó flequillo pero para esa foto le hicieron sacarse el flequillo porque era para la documentación. Es algo muy fuerte, te golpea. La ficha de inscripción también me pegó un sacudón porque reconocí la letra de ella. Y es tan poco lo que hemos podido guardar, en ese momento trataba de deshacerme de todo lo que podía ser comprometedor, y tiré cosas, rompí papeles, ni me fijaba lo que era, estaba sobrepasada por el temor con que vivía”, relató Syra.
“El trabajo que se tomaron estas chicas es tremendo. Para los familiares ha sido un reencuentro con una etapa de la historia de cada uno que es muy importante. En el acto quise decir unas palabras, pero no pude porque estaba muy sacudida por la emoción. Les agradezco sobre manera a las investigadoras, fue un acto hermoso porque fue hecho desde el cariño y el respeto, fue un acto militante”, expresó la mamá de Adriana.
Las investigadoras contaron con la ayuda del archivo biográfico familiar de Abuelas de Plaza de Mayo para digitalizar los archivos con quienes a su vez comenzaron a compartir archivos. Fue así como descubrieron que hubo más de 20 estudiantes embarazadas que desaparecieron y que ahora se buscan a sus hijos.
María Susana Ursi era estudiante avanzada de la carrea de Historia del Arte y ayudante de trabajos prácticos de Plástica 1. También era maestra y militaba en la Juventud Peronista. Se había anotado en la carrera de Psicología para seguir militando. La secuestraron el 7 mayo de 1977 junto a unos compañeros a sus 26 años. Su hermana María Eugenia Urzi recibió la carpeta que contenía su legajo y la foto ampliada de la inscripción. También el certificado de las materias que rindió y la constancia de las designaciones como docente.
“A partir de proyectos como este mi hermana deja de ser una desaparecida y aparece socialmente como un sujeto pensante, vital, que generó cosas para esa facultad. Al desparecer los cuerpos, la dictadura quiso borrar la memoria colectiva y destruirlos materialmente. El mural hermosísimo que quedó en el aula de la facultad es un legado de lucha por un mundo más justo y menos individualista para las generaciones futuras”, opina María Eugenia.
María Giuffra es hija de Carlos Rómulo Giuffra. Gracias al trabajo de las investigadoras María se enteró que antes de estudiar arquitectura, su padre se había anotado en Letras. “Las personas que hoy son homenajeadas podrían estar acá junto a nosotros con sus diplomas, con sus profesiones, con sus hijos. Podrían estar acá como docentes, como profesionales, como colegas, como compañeros, como padres. Pero sin embargo no están. Sus proyectos quedaron truncos. No están porque dejaron sus aspiraciones personales por la militancia. Pero no por el “romanticismo” de la militancia, sino que nuestros padres tuvieron como prioridad la justicia social, la salud y la educación pública, el derecho al trabajo, en pos del bien de todos. En resumen, un proyecto de vida, de país. Ellos se jugaron la vida y la perdieron. Una parte de la justicia llegará cuando conozcamos el destino de cada uno de los desaparecidos y todos los asesinos y sus cómplices estén presos. Y la otra parte llegará cuando podamos decir que en nuestro pueblo se han acabado las desigualdades económicas, políticas y sociales”.

Fuente: Tiempo Argentino

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EL PAIS › SE PRESENTO EL LIBRO ACA SE JUZGA A GENOCIDAS, DE AUTORIA COLECTIVA

Una invitación por la memoria

A través de palabras e imágenes, el libro producido por Hijos, la Cátedra Libre de Derechos Humanos, estudiantes y docentes de la UBA y el IUNA ofrece un registro de los juicios por delitos de lesa humanidad.






Por Ailín Bullentini
“Van a sepultar a tus verdugos en el tacho de basura de la historia”, dicen que dijo el periodista y militante desaparecido Rodolfo Walsh un día de 1976. La frase inaugura Acá se juzga a genocidas, un libro que a través de la combinación de la palabra y la imagen logra generar de manera acabada una obra testigo de lo que ocurrió en decenas de juicios que se llevaron a cabo en el país contra genocidas de la última dictadura por delitos de lesa humanidad. Pero que no se queda allí: sus realizadores –Hijos, la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la UBA, sus facultades de Ciencias Sociales, Filosofía y Letras, Arquitectura y el Instituto Universitario Nacional de Arte– coincidieron ayer, durante la presentación formal del libro, que se trata, sobre todo, de una invitación. “Necesitamos llenar las audiencias de pueblo. El libro invita a quienes lo lean a participar de esa producción colectiva de Memoria y Justicia”, sintetizó la titular de la cátedra libre, Graciela Daleo.
Les llevó poco más de un año y medio a las “partes realizadoras” llegar al libro presentado ayer, en la sede de Sociales de la UBA, ubicada en el barrio porteño de Constitución. Durante las próximas semanas, la mesa disertadora que Daleo compartió con Carlos Rais (Hijos), el decano de Filosofía, Hugo Trinchero, su par de Sociales, Sergio Caletti, y el titular de la Cátedra de Diseño Gráfico en Arquitectura, Esteban Rico –más alguna sorpresa–, visitará las casas de altos estudios que participaron del “verdadero trabajo en equipo” que gestó este testimonio literario e iconográfico.

Mostrar y contar

El concepto de “producción colectiva” atraviesa al libro desde su realización hasta los parámetros con los que sus autores entienden los conceptos de Memoria y Justicia. Sin ir más lejos, la tapa muestra un título para el conjunto de producciones combinadas páginas adentro, pero su apertura revela otro: “Manifiesto colectivo de la memoria”. “No nos juntamos para hacer un libro. En realidad, juntos pudimos hacerlo”, resumió el camino recorrido Rais, durante su exposición. Antes había comentado el interrogante que asaltó a la organización de derechos humanos que integra cuando circulaban por el derrotero de audiencias en las que se revelaban responsabilidades por desapariciones, torturas y asesinatos, robos de bebés. ¿Cómo registrar todo aquello que había comenzado a pasar? “Invitamos a la gente”, dijo Rais.
Entonces es cuando sus intenciones se entrecruzaron con las de las facultades de Sociales, Filosofía y Arquitectura. Sociales había comenzado un “acompañamiento” de los juicios en 2010 “a modo de programa libre, no escrito”, remarcó Caletti. Desde entonces, quince cátedras adaptaron algunas de sus actividades a los diferentes procesos que se iban desarrollando, todos abiertos al público, en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano. Filosofía y Letras fue la primera facultad de la UBA en sentar una posición en pos de la verdad y la justicia cuando, en 1994, abrió la Cátedra Libre de Derechos Humanos. En la FADU, algunos profesores ya habían experimentado la libertad de participar de actividades relacionadas con ese camino.
Todos confluyeron hace poco más de un año y medio, a través de sus estudiantes. Al trabajo minucioso de archivo de Hijos se sumaron los lápices de los universitarios del IUNA: les “pusieron rostro” a los que ocuparon los bancos de los acusados, los de las víctimas y los de los representantes de la Justicia. También se sumaron las palabras de futuros profesionales de la comunicación y la cultura. Historietas, retratos, esquemas, crónicas, poemas y cuentos nutren el libro “de origen y destino colectivo”.

Entre todos

“No podría haber sido de otra manera”, remarcó Caletti al referirse a la producción que presentó ayer de local. Es que, según aseguró, “la producción de la Memoria y la Justicia son tareas esencialmente colectivas”. Algo similar destacó su par de la calle Puán, Hugo Trinchero, quien confirmó desde el micrófono: “Estamos en el camino de recrear el recuerdo permanente de todo aquello que pasó para que haya siempre Justicia”.
En ese sentido, Acá se juzga a genocidas es, para Rais, una manera de registrar un “presente histórico que estamos viviendo como parte de la lucha” que se libró desde que comenzaron los años del terrorismo de Estado. De por sí, el título de la obra es una posición tomada al respecto. Y la llegada a esa realidad es producto de la militancia: “Este libro refleja un apoyo institucional, pero sobre todo la fuerza de una militancia que no cesó nunca”, sentenció. Daleo prefirió llamar “energía” a la fuerza mencionada por Rais. “Es necesario que nunca desaparezca”, abogó, y justificó así la lectura del libro, a modo de invitación. “Llegamos a los juicios con dos necesidades: que las caras de los acusados sean visibles para el resto de la sociedad y que las salas en donde fueran juzgados se llenaran de pueblo. El libro –consideró– invita a participar” de los juicios que están por venir.

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